25 julio, 2008

19/07/08. Trofeo de verano de Berlanga de Duero.

Cuando hace casi un año Miguel me dijo que se casaba, me surgieron muchas dudas:
Primero me pregunté si sería en iglesia de 50 o de 25, si habría que acreditar marca mínima, y lo que más me preocupaba: ¿qué bañador me pongo?.
Cuando nos plantamos allí el día señalado me encontré un poco despistado. No veía la piscina por ningún lado, y parecía que la gente no estaba calentando. Yo por si acaso llevaba preparadas las gafas y el bañador.

La cosa fue normalizándose cuando en la puerta de la iglesia repartieron a todo el mundo churros de piscina, ¡pero en seguida los recogieron!. "Será que en Castilla es la costumbre" me dije.
De repente se hizo, la luz: Había un tablón de anuncios con muchos adornos y varias hojas colgadas. Corrí a ver las series, pero en lugar de “series”, ponía “mesas”. Supuse que se habrían confundido. Yo figuraba el cuarto en la mesa 11 entre muchos grandes nadadores, así que parecía que por lo menos iba en la calle buena.
En el listado de pruebas ponía también cosas muy raras, como “ternasco”, “merluza”, “sorbete de no se qué”…¡qué es esto!¿pero cuándo se nada aquí?...
Me costó creerlo, pero todo indicaba que era una boda sin piscina, así que me quité el fastkin y me puse mi mejor corbata (LZR). Aún así me dejé las gafas en el bolsillo, porque a mi eso no me terminaba de cuadrar…
Tras un calentamiento con pinchitos variados y solventar como pudimos las pruebas que figuraban en el listado, de repente la gente apareció disfrazada de pirata, con sable trabuco y loro. “Ah, bueno, entonces sí que nadamos”, me dije, ¡pero todavía estoy esperando a nadar ese 4x100 estilos!.
Al final lo que llegó fue la temida “barra libre”, la prueba reina del día, o mejor dicho, de la noche. Me consta que hubo algunos que terminaron muy maltrechos, porque salieron demasiado fuerte, y allí se nadaba en todo menos en el agua. Menos mal que me tuve que ir pronto, porque claramente ese final lo había tramado algún perverso fondista.
En resumen, mucho cachondeo en tierras sorianas, mucho nadador, algún naúfrago, un campeonato un tanto especial y un deseo para Bego y Miguel: ¡qué seáis muy felices!.

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